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A finales de los 90, una secta llegó a Salamanca, “EL Renacer del Séptimo Sol”. Con motivo del cambio de milenio el grupo pensaba que se acercaba el fin del mundo y necesitaban estar purificados. Su locura era tal que el día de navidad, conocido también como “Día del Nacimiento del Sol”, decidieron sacrificar un bebé y beber su sangre, ya que todavía no había cometido pecado alguno y su alma era pura. Tras comprobar que el fin del mundo no llegó, el grupo se dispersó, y aún hoy viven escondidos entre nosotros. Se cuenta que todavía, algunos de ellos, siguen cometiendo actos satánicos.
"capítulo 2": Las piscinas abandonadas
RESULTADO DE LA ENCUESTA
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