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CAPÍTULO 4: LA CASA DE LOS GRITOS

E. Romero, era una anciana de setenta y cuatro años con demencia aguda, sufría fuertes jaquecas provocadas por unos sonidos de cerdos agonizando en la matanza, fruto de un trauma infantil. Aunque tomaba analgésicos para calmar este trastorno, descubrió que el autolesionarse hasta sangrar era un método mucho más efectivo para acallar los gritos de su interior.

A principios de verano, sus nietos fueron a pasar unos días con ella como cada año, pero el aparentar delante de su familia cierto grado de lucidez le generó mayor estrés y un aumento de sus alucinaciones. Por esta razón, una tormentosa noche, movida por su obsesión, decidió acabar con la vida de los niños, para comprobar si su método seguía funcionando. Confundida por los frecuentes sonidos y encolerizada por los truenos, E. Romero asesinó a sus propios nietos como si se tratasen de los cerdos desangrándose en la matanza, que tanto la habían traumatizado de pequeña. A la mañana siguiente, la madre de los pequeños se disponía a ir a recoger a sus hijos, pero esto no fue posible. Cuando entró en la casa, se los encontró bañados en un charco de su propia sangre y rodeado de utensilios de matanza que la anciana había usado para acabar con sus vidas. 

La leyenda cuenta que si pasas una noche en este lugar abandonado, puedes escuchar el llanto de los cerdos y enloquecer ¿Queréis que nuestros protagonistas entren en la casa maldita?

RESULTADO DE LA ENCUESTA

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